En el interior del edificio, justo en el vestíbulo, hay un rincón bajo las escaleras donde Blanca se deja tocar. Allí arrastra a sus víctimas como una araña hambrienta y les invita a descubrir cada rincón de su cuerpo. Allí, protegida por las sombras, se deja llevar y gime en silencio todo el deseo y el ardor que esconde su tímido semblante. Su piel morena y brillante por el sudor es recorrida por yemas y lenguas de amantes ardientes, y sus oidos escuchan sin rubor alguno, palabras secretas que muchas ni siquiera soñarían llegar a escuchar. Los hombres pierden el sentido por ella, no les importa si les ven o les oyen; recorren el cuerpo de Blanca buscando cada hueco, cada espacio vacío, cada poro por descubrir. A Blanca no le importa el miedo a ser descubierta, al contrario, le excita pensar que cabe esa posibilidad y echa la cabeza hacia atrás mientras unos dientes desconocidos muerden sus pezones. Le gusta sentir el aliento desbocado rozándole el cuello y abre las piernas esperando que su amante la empiece a acariciar. Agarra su mano y la guía por entre sus pechos empapados en sudor y saliva, y la acompaña hasta abajo tocando su vientre hasta perderse en lo desconocido.
A Blanca le gusta que le den la vuelta y agarrada a los barrotes de la escalera deja que le levanten la falda y jueguen con su ropa interior. Le encanta que se la quiten con fuerza y la obliguen a abrirse todavía más y más. A Blanca le gusta moverse al ritmo de su amante, le gusta acelerar y aminorar buscando siempre el punto justo, la cadencia adecuada, mientras sus dedos totalmente mojados le ayudan a conseguir el orgasmo, el final deseado que es como una droga y al que Blanca no puede renunciar.
Al principio era algo esporádico. Conocía a alguien en un bar, un viernes cualquiera, y se lo llevaba a casa. Ahora no pasan del vestíbulo, no necesita saber su nombre ni su edad, ni siquiera le interesa saber como viven ni a qué se dedican. Sólo quiere una cosa de ellos: su ardor y su deseo. Los deja vacíos y los tira a la cuneta. Muchos, al despertar, sólo recuerdan unos ojos color miel, una voz susurrando extraños mensajes y un dolor en el cuello, como de una picadura de insecto.
4 comentarios:
Muy sensual, sin duda. He conocido un nuevo registro tuyo, Princess. Y me ha gustado. Blanca tiene personalidad, sin dua. Sabe lo que quiere; y esto ya es mucho. Un beso.
Blanca parece una persona herida y ejerce su libertad como una huida. Blanca me ha recordado una frase de Nietzsche ¿Corres, vas el primero, eres un líder? También puedes ser alguien que huye.
Blanca parece un personaje del Libro del desasimiento en plena catarsis. Y hablo de memoria, de recuerdos.
Un abrazo.
Sí que es sensual... Sexualmente sensual. Hace juego con el calor que hace hoy. Como una araña hambrienta...
Besos
¿que le queda a ella luego?
Los deja vacíos... ¿se llena ella?
sensual y triste princess
besos
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