29.3.07

Retomando el hilo...“Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj”

Pensaba estos días, después de colgar el texto de Cortázar, sobre lo que puede suponer utilizar la literatura para hacer anuncios de televisión. Me sentía extraña, como si frivolizara, traicionara o menospreciara su trabajo. Desde luego nada más lejos de la realidad.
Pensaba en que, evidentemente, el publicista ha obtenido el permiso necesario para utilizar ese texto, esas palabras; pero no sé si eso le resta frivolidad. Es decir, ¿qué tiene que ver un precioso cuento sobre la obsesión por el paso de tiempo y lo escalvizados que vivimos nuestras vidas con un coche? Investigo y descubro que el anuncio es argentino, rodado allí con gente de allí. Tiene algo de sentido y además empiezo a tomármelo como un homenaje, y pienso en que, si lo miramos por el lado positivo, el anuncio puede ayudar a que la gente se muestre curiosa, investigue y acaben por descubrir un magnífico escritor.

27.3.07

¿Quién posee a quién?

«Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.»

Voz original de Julio Cortázar

Os suena el texto, ¿verdad?

23.3.07

Mi ipod


Sufjan Stevens - Álbum Illinoise:

-Let's Hear That String Part Again, Because I Don't Think They Heard It All The Way Out In Bushnell
-A Conjunction Of Drones Simulating The Way In Which Sufjan Stevens Has An Existential Crisis In The Great Godfrey Maze
-Come On! Feel The Illinoise!
-To The Workers Of The Rock River Valley Region, I Have An Idea Concerning Your Predicament

20.3.07

Niña fantasma

La niña fantasma, la luz blanca del bosque. Esa luz que asusta a leñadores, cazadores y animales por igual. Todos temen a la niña fantasma, pero ella sólo quiere jugar.

*Ilustración de Mark Ryden - Ghost girl

Siente

Sentir que todo marcha bien pero que algo falla, algo falta y no sabes qué es eso que nubla tu mente, que es lo que te revuelve por dentro y te entristece hasta que no puedes hacer más que dejar que una lágrima, tal vez dos, brote y acaricie tu mejilla hasta llegar a la comisura de tus labios y entonces, entonces bebes y el sabor salado te recuerda que estás vivo, que eres tú quien llora, quien piensa, quien siente que está solo y nadie va a poder comprender porque sientes lo que sientes. Amas. Nunca sabemos muy bien donde estamos, en qué punto.

*Escribiendo casi sin pensar…Fluyendo.

19.3.07

Mi ipod


Grey's Anatomy Original Soundtrack:

-Portions for foxes - Rilo Kiley
-Fools in love - Inara George
-Ruby Blue - Róisín Murphy
-End of the world party - Medeski, Martin & Wood

*Mil gracias mi rubi

14.3.07

El pueblo

Nunca antes había sucedido nada parecido en el pueblo. Aquel primer domingo de abril quedó grabado para siempre en la memoria de todos los habitantes de Silencevile.
La gente del lugar se refiere a lo que pasó ese día como “el trágico incidente”, y durante muchas semanas fue el único tema de conversación. No sólo en el café de la Srta.Claudia, también en la barbería, en la pequeña tienda de comestibles de la esquina e, incluso, se hablaba de ello a todas horas en la gasolinera de las afueras aunque practicamente sólo paraban forasteros.
Yo hacía tres días que había llegado al pueblo y me alojaba en la pensión que el Sr.Carter regentaba desde hacía más de veinticinco años.
Dormía en una pequeña habitación. Nada sofisticado, pero era confortable, acogedora, y tenía todo el espacio que podía necesitar.
La revista Life me había enviado allí para hacer unas cuantas fotografias. Querían que captara la esencia del sur, eso me dijeron.
Desde mi habitación podía verse la calle principal del pueblo. Podías pasarte horas y horas observando a la gente pasear, a los niños corriendo arriba y abajo, dando puntapiés a una vieja pelota o detrás de algún pobre perro con la cola entre las piernas.
El aire era cálido. Tal y como me contó la Sra.Carter, era normal para aquella época del año que el calor llegase antes de lo previsto. Las noches eran más frescas, y tan silenciosas que me costó dormirme.
En Silenceville mandaba William Casidy. No era el alcalde ni el sheriff, pero era el hombre más rico del pueblo y de todo el condado. Decían las malas lenguas que había pasado su juventud de correccional en correccional, que era un hombre de mal carácter. Lo único que conocía de él era su casa. No es que me hubiese invitado, pero desde la habitación de la pensión podía verla, majestuosa, dominando el paisaje desde arriba de la colina. Solamente entraba y salía una persona: Petie Brown.
Petie era una chaval de ocho años, delgado y pobre como una rata. Era un chiquillo negro, huérfano de nacimiento. Su madre servía en casa de los Casidy desde pequeña, y la madre de esta y la madre de su madre también sirvió allí. Así que cuando dio a luz al pequeño Petie, al instante el recién nacido pasó a ser propiedad del dueño de la casa. No llegó a conocer nunca a su madre, murió dos horas después de parir, una señal inequívoca de que todo lo que vendría luego no serían más que desgracias.
Yo observaba como Petie bajaba a comprar al pueblo, como subía cargado con todo lo que el amo le había encargado. Iba arriba y abajo con cubos llenos de agua que sacaba de un pozo cercano a la casa, barría el porche, regaba las plantas, lavaba la ropa; todo lo que el Sr.Casidy le mandara hacer.
Ese sábado, dos días después de instalarme, el ambiente resultaba insoportable. Ni siquiera sabría explicar que era lo que, con tanta fuerza, llenaba el aire aquel día, pero no era nada bueno.
A primera hora, después de un buen desayuno y con mi dosis necesaria de cafeina en el cuerpo, salí a dar una vuelta. A estudiar el terreno, pasear, cotillear, buscar ese sitio, ese gesto, esa mirada especial que la revista buscaba y esperaba que yo captara. Pero cuando tan sólo había dado cuatro pasos, pude ver como Petie llegaba andando hacia mi. En cualquier otro momento no le habría hecho demasiado caso y habría seguido con mi paseo, pero la forma que tenía de moverse llamó mi atención.
Andaba con dificultad, con la cabeza gacha, mareado y con sus bracitos delgados y huesudos colgando a cada lado de su cuerpo, como muertos. Cuando estuvo más cerca pude ver que le sangraba la nariz y que llevaba los codos y las rodillas peladas, sucias y llenas de sangre.
Lo sujeté entre mis brazos, no podía más y se dejó caer cuando sintió el contacto de mis manos. No lloraba, no decía nada, solamente miraba como enloquecido con sus grandes ojos negros.
Una vez dentro de la pensión, la Sra.Carter se encargó del pequeño. Lo limpió y curó sus heridas, le dio ropa límpia y una buena taza de cacao.
Petie no dijo nada hasta que terminó, luego, con las manos en el regazo empezó a hablar.
La historia era aterradora pero, mucho o poco, todo el mundo la conocía, o al menos la imaginaba. El Sr.Casidy era un hombre malvado, sin escrúpulos y con la mano muy larga. Una mano larga y cobarde que no tenía problemas a la hora de darle una paliza a un niño tan pequeño.
Petie recibia golpes de su amo día sí y día también. Le gritaba e insultaba y le amenazaba con tirarlo al pozo en plena noche para que nadie pudiera ayudarle.
La gente lo sabía pero callaba. Tenían miedo y sabían que Casidy era demasiado influyente como para hacer nada a sus espaldas, Así, Petie se encontraba solo y desvalido, y como no conocía otra cosa lo aguantaba con resignación y fortaleza interior.
Todo volvió a la normalidad. Yo seguía con el corazón en un puño, no podía creer que nadie en el pueblo hicera nada para evitar aquellas brutales palizas. Me indignaba ver como todos seguían con sus cosas, sin levantar la cabeza ni hablar demasiado, sin atrevirse a abrir la boca. Petie enfiló en silencio el camino que subía a la colina y le perdí de vista.
La noche llegó silenciosa después de un atardecer bochornoso. La cena en la pensión transcurrió sin demasiados comentarios, todos teníamos lo mismo en la cabeza: al pequeño Petie. No quise ni sentarme en el porche a fumarme mi cigarrillo antes de irme a la cama. Subí a mi habitación directamente con la idea de repasar algunos apuntes que la revista me había preparado como guión a seguir a la hora de hacer las fotos para el reportaje.
Se oian truenos, parecía que la tormenta se acercaba y que caería un buen chaparrón durante la noche. Me dormí.
Me despertaron unas voces debajo de mi ventana. No lograba entender que decían, era un murmullo confuso, un batiburrillo de voces indescifrable.
Me vestí y mientras bajaba las escaleras pude oir a la Sra.Carter contar que el chico había estado allí mismo la pasada tarde, que se había tomado una taza de cacao y que después había vuelto a casa. Al llegar a la planta baja pude ver a la dueña hablando con un policía. Seguí andando, quería salir a la calle, saber que era lo que sucedía.
Fuera, las voces que desde mi habitación llegaban confusas, eran claras en ese momento: Casidy estaba muerto. Lo habían encontrado en la cama sobre un charco de sangre y con un cuchillo clavado al cuello.
Estuve a tiempo de ver como sacaban su cuerpo sin vida. Lo llevaban cubierto por una manta, pero podía verse un brazo que asomaba por debajo y colgaba sin vida de la litera. No podía acercarme más, el precinto de la policía lo decía bien claro: No traspasar. Pero yo no quería entrar a cotillear, yo sólo quería encontrar a Petie, ¿dónde se había metido ese muchacho? ¿Dónde andaba escondido?
Nunca nadie volvió a verle. Desapareció de la misma forma que las nubes y la lluvia de esa noche. Nadie en el pueblo abrió la boca, la policía no sacó nada en claro y el asesinato de Casidy terminó archivado en un cajón.
Yo me marché al cabo de un par de días, con las fotos del reportaje y con un nudo en el estómago que no me dejaba respirar.
Todos lo sabían, yo lo sabía. Petie había matado a Casidy y había huido para no volver jamás. Y ese domingo de abril fue recordado como el del “trágico incidente”; no en memoria del difunto, si no porla trágica pérdida de un niño inocente y desvalido, que nunca lo había tenido fácil y que merecía ser feliz.
Espero que así sea.

13.3.07

Ellas

Creo que no he hecho esto antes por pudor, por miedo a parecer cursi, por no saber encontrar las palabras adecuadas para que lo expuesto resulte creible, honesto y vacío de superficialidad.
Una tiene ya una edad, tal vez no muy elevada, pero desde luego ya no soy una jovencita de hormonas descontroladas ni una ingenua con demasiados pájaros en la cabeza.
Bien, a lo que iba. La vida da muchas vueltas, llegados a cierto punto todos tomamos un camino, no importa hacia qué dirección, pero lo tomamos. Y en él vamos dejando gente a la que queremos mucho, gente con la que hemos compartido buenos y malos momentos, el día a día, risas, anécdotas y miles de cosas más. Digo que las dejamos porque así es, y no significa que las olvidemos, simplemente nos distanciamos y, con suerte, mantenemos un contacto más virtual que otra cosa, pero contacto al fin y al cabo.
Echo de menos a muchas de esas personas. Amigos y amigas que siempre llevo en el recuerdo y que se me aparecen cuando menos me lo espero a través de una canción, un lugar o una imagen.
Y me acuerdo de que envidiaba a esas chicas que, como en las películas, disfrutaban de un grupo de amigas, sólo ellas, con sus cenas y salidas, sus confidencias y su amistad que parecía estar por encima de todo.
Al pensar en eso me sentía cursi, no iba conmigo. ¿Un grupo de chicas, sólo chicas? ¿A santo de qué? Además, es que yo siempre me he llevado mucho mejor con los chicos que con las chicas. No sé por qué, será el carácter o la forma de ver las cosas…no sé.
Y fíjate que ahora, después de tantos años, me veo rodeada de seis estupendas personas, seis mujeres extraordinarias. Y me encanta.
Me pillan en un momento de mi vida en el que mi tiempo se ve reducido a la mínima expresión, no puedo dedicarles todo el que merecen y que a mi me gustaría. Pero ellas lo saben y con eso basta.
Y con estas líneas tan sólo quiero dedicarles un pequeño homenaje, una forma de dar las gracias por los momentos vividos, compartidos y por la certeza de que esto no ha hecho más que empezar. Gracias.

*Para Anna, Anna, Anna, Ana, Mar y Sílvia

12.3.07

Mi ipod


-Ten men - Morcheeba
-The Apl song - Black eyed peas
-True love waits - Radiohead
-Sister luck - The Black Crowes

8.3.07

Lo fácil cae ligero



Lo fácil cae ligero
Lo duro pesa mucho
El tiempo va volando
Ya que puede tiene que volar
Cada uno en su lugar
Todo está muy claro
Tu origen te marca
Tu eliges la charca
Donde quieres remar

Por lo pronto respira hondo
prueba de esto a qué te ha sabido
Por lo que te lleves a la boca
Tenías que estar agradecido
Si a ti no te vale
A otros nos habría valido
Cuida de tus hijos
Que hay muchos peligros
El mundo está muy mal repartido
Quieres que te diga
De donde he salido
Una mitad cabritos
Y otra mitad cabrones
Señores disfruten del show
Lo dejo partido
Vengo con el cacho sabido
El tono subido o no lo has oido
El mundo está muy mal repartido
Solo aprende uno solo
Deja ya el relio lo habrás leido
Yo lo he vivio
Donde las palabras no sobren
Estará mi música
Cobre o no cobre estará mi sonido

Lo fácil cae ligero
Lo duro pesa mucho
El tiempo va volando
Ya que puede tiene que volar
Cada uno en su lugar
Todo está muy claro
Tu origen te marca
Tu eliges la charca
Donde quieres remar

Una lengua de dos talegos
En la mesita de noche curro y coche
Uno mas uno es uno mas uno
Si no sabe contar
Te dan por el culo
Si yo fuera tu sería un Hijoputa
Cuidate relajate y disfruta
Tomo parte,voy palante
Es mi arte, quieres quemarte
Conozco a Jesús y al angel caido
Tengo lo que tu quieres
Lo quemo y lo lio
A mi me gusta así, bien molido
A mi me gusta así, bien molido
Todos merecen aplauso
Ahi está el mio
Todo es posible
Con las manos pa arriba
Eres bienvenio al cielo
Cielo voy yo,vengo del nido

Lo fácil cae ligero
Lo duro pesa mucho
El tiempo va volando
Ya que puede tiene que volar
Cada uno en su lugar
Todo está muy claro
Tu origen te marca
Tu eliges la charca
Donde quieres remar…

Lo fácil cae ligero - La Mala Rodríguez

6.3.07

Mi ipod



-The same deep water as you (Live) - The Cure
-Runner - Pastora
-Behind blue eyes - The Who
-La ritoumelle - Sebastien Tellier

2.3.07

Fragmentos VIII

Ha caido en mis manos un librito muy curioso: “MÁS cuentos infantiles políticamente correctos” de James Finn Garner.
Como cuenta el autor en la introducción:

<<…El lector sostiene en sus manos un nuevo e imperfecto –pero también honesto- intento por despojar a los cuentos “infantiles” más populares de la “cultura occidental” de las arbitrariedades y prejuicios que campaban a sus anchas en las “versiones” originales…>>

Y resulta muy divertido leer los cuentos que conocemos de toda la vida, pero con esos cambios para que no resulten ofensivos para ningún colectivo.

Un fragmento del cuento titulado “La persona durmiente de belleza superior a la media” , por todos conocida como “La bella durmiente”. Empieza así:

“Hace mucho, mucho tiempo, había un rey y una reina que convivían como camaradas en condiciones de igualdad y compartían todo, incluido el ferviente deseo de concebir un hijo. (Ello, claro está, resultaba mucho más fácil para el rey, ya que nunca tendría que enfrentarse a los transtornos del embarazo, al sufrimiento del parto y a los inconvenientes de la depresión puerperal. Podríamos, pues, calificar su anhelo de más indirecto que el de ella). Pero por más que el rey se empeñara en descargar sus más básicos instintos en la reina, seguían (o, mejor dicho, seguía ella) sin descendencia.
Un día que la reina se bañaba en un río cercano, una rana saltó sobre un nenúfar próximo al lugar en el que se encontraba. A continuación, y para su gran sorpresa, se aclaró la garganta y habló.
-Aunque probablemente no sea una buena idea traer al mundo un nuevo ser humano –dijo el anfibio mensajero-, conozco vuestros problemas conceptivos y quisiera ayudaros. Si seguís mis consejos, no tardaréis en tener una criatura.
-¡Oh, qué feliz noticia! –gorjeó la reina-. ¿Qué debo hacer para prepararme, rana? ¿Qué tengo que hacer? ¡Dímelo!
-Lo mejor que puedes hacer es montártelo en plan natural. Y, por lo que más quieras, ¡aprende a relajarte! Haz ejercicio regularmente, consume más verduras y cereales y elimina las grasas animales de tu dieta. Más tarde, si es preciso, ya te recomendaré a alguien que pueda asesorarte correctamente durante la lactancia.
La reina siguió las indicaciones de la rana y al siguiente ciclo lunar vio su cuerpo colonizado por la explotadora semilla de la monarquía.
Nueve meses después (y, no lo olvidemos, tras considerable desgaste físico por parte de la reina), una saludable y rosada persona del sexo femenino entró a formar parte del la vida del castillo. Para su denominación se consideraron numerosos nombres neutros –tales como Connor, Tucker y Taylor- que minimizaran cualquier discriminación de tipo sexual que pudiera encontrar a lo largo de su carrera (ya que, aunque había nacido princesa, sus padres jamás habrían consentido en limitar su futuro a una existencia inconsciente de ocio y privilegios). Tras consultar con unos cuantos asesores de imagen, decidieron bautizarla con el nombre de Rosamunda.”

1.3.07

Flores

Su piel como de seda inunda, a cada paso, el aire con su dulce perfume.
De sus poros emanan gotas llenas de vida, de donde nacen flores bellísimas y suave polen que se lleva el viento.
Todos quieren tocarla, sentirla, besarla; todos quieren pero ninguno puede.
Sólo él la puede alcanzar.
Hasta entonces, seguirá bañándose en sus propias lágrimas

*Ilustración de Rébecca Dautremer