28.12.07

El túnel

Al abrir los ojos no vio nada. No recordaba como había llegado hasta allí y se sintió un pelín asustado, estaba todo tan oscuro. Ningún ruido que le diera una pista de dónde se encontraba, ningún olor familiar ni nada que le permitiera recordar algo. Nada. Solamente la oscuridad absoluta que le envolvía como una manta pero que no conseguía quitarle el frío. Gritó y su propia voz volvió rebotando hasta sus oidos. No sabía qué hacer y empezó a andar. Al principio lo hizo despacio, con cuidado, con miedo a tropezar con una piedra o caer en un agujero. Pronto se dio cuenta de que se encontraba en alguna especie de túnel, pudo comprobar que a lado y lado había una pared. Sólo podía andar hacia adelante, si intentaba volver sobre sus pasos se encontraba con un muro que le impedía el paso. Mejor así, no había más elección que seguir andando y aunque no supiera que era lo que le esperaba al final, resultaba un alivio saber que no había más salida que esa, que por narices tenía que ser así. Por eso anduvo y anduvo y siguió andando parando sólo de vez en cuando para comprobar que todo seguía igual. Lo curioso es que no padecía, no tenía sed ni se encontraba cansado, no tenía hambre ni sueño. Nada. También el tiempo parecía no existir en aquel lugar. No sabía si había pasado horas, días o inclusos meses metido allí dentro pero la verdad es que la angustia del principio, la incertidumbre que le atormentaba, había desaparecido. Siguío su camino, quién sabe durante cuanto tiempo, y de repente vio una luz a lo lejos. Al principió pensó que se trataba de alguna clase de alucinación, pero cada vez era más intensa y parecía acercarse, o era él quien se acercaba, no importa, la cuestión era que algo iba a suceder. Apresuró el paso, sentía la necesidad de llegar hasta allí. Andaba deprisa y terminó por echarse a correr. Corría y corría, en la vida había corrido tanto y como no sudaba ni se cansaba, se sintió poderoso, capaz de todo y no tenía miedo de lo que pudiera pasar. Y al fin llegó, llegó al final del túnel. Lo que vio allí lo dejó mudo, perplejo, ya no sabía qué creer. Delante de sus narices estaba su vida, allí, como si estubiera viendo una película. Vió su casa, sus hijos, las calles que solía recorrer, caras familiares, la oficina, esa calita desierta que había descubierto el verano anterior y que tanto le gustaba, compañeros de trabajo, el bar de la esquina, la mesa del fondo con su cervecita fresquita; todo lo que conformaba su vida. Era como un collage de imágenes que se mezclaban y fusionaban con tanta belleza que no pudo más que empezar a llorar. Alargó la mano y la vió desaparecer atravesando la finísima y delgada realidad que tenía delante. Eso significaba que de un salto podía entrar allí y recuperar su vida. Dio un paso atrás, cogió todo el aire que le fue posible y se lanzó.

19.12.07

Juegos y azar

Fue una mañana de octubre cuando se vieron por primera vez. Solían coger el mismo autobús, en la misma parada y se sentaban al final del todo, separados sólo por un asiento. No cruzaban palabra, ni siquiera se miraban, sólo eran capaces de observarse con deseo cuando el otro no miraba. Se trataba de un juego no pactado, al que los dos jugaban sin necesidad de aclarar las reglas. Ella se bajaba un poco antes que él, y disfrutaba sientiéndose observada, casi podía notar su mirada clavada en su nuca y como un escalofrío recorría su espalda y se colaba por su ropa interior acariciando sus muslos. Una vez en la acera era capaz de levantar la mirada y fijarla en sus ojos, era el único instante en el que eran lo suficientemente valientes como para mirarse sin ningún temor. Se alimentaban de esas miradas, vivían aferrados a ellas y sus noches se llenaban con el recuerdo de esa misma mañana y su viaje en autobús.
Después de cenar, ella, se tumbaba en el sofá. Lo que daban en la tele no tenía importancia, ella miraba al techo y soñaba. Soñaba despierta imaginando esas manos suaves y firmes acariciando su cuello, imaginaba su aliento susurrándole en el oido, imaginaba su lengua buscando la suya, enredándose y entonces, cerraba los ojos y dejaba que su cuerpo hablara por ella, se retorcia, gemía y gritaba el nombre de alquien que no conocía en realidad. Después de cenar, él, se tumbaba en el sofá, pero no lograba concentrarse en nada. Cambiaba de canal como un autómata y en lo único que pensaba era en su sonrisa. La deseaba, deseaba tocarla, deseaba abrazarla, besarla y comérsela entera; y también soñaba despierto con lenguas que se enredan y sudores que empañan espejos y ventanas. Pero la noche terminaba igual para los dos. Solitaria. Silenciosa. Agotadora. Pasaba que no sabían ya separar la realidad de la ficción, y se convencieron de que su vida transcurria en un sofá y que, de noche, soñaban con un autobús y un juego sin reglas establecidas.

18.12.07



George Winston - Thanksgiving

...a veces me cubro de melancolía...

17.12.07

En el fondo

Desde la roca más alta me lancé al vacío. Abajo, un mar turquesa, agua cristalina con fondo de arena blanca. Caí al agua huérfana de sensaciones, como si al lanzar aquel último grito me hubiese vaciado por completo. Mientras me hundía esperaba el contacto de mis pies con la arena suave pero bajaba y bajaba y no conseguía tocar fondo. Abrí los ojos y contemplé la inmensidad poblada de sombras e incertezas. Allí donde esperaba encontrar tierra firme, había tan sólo un sin fin de objetos sin ninguna relación aparente. Empecé a nadar entre todo aquello intentando descubrir por qué todo me resultaba tan familiar. Había juguetes oxidados por el tiempo: una vieja Meteor BH, azul, con los embellecedores en color amarillo; un Cinexín aun con su película dentro; un jersey de lana (de esa que pica) flotaba como una medusa buscando otros jerseis o algún pantalón de pana al que abrazarse; montones de fotos desgastadas por el tiempo, el agua y la sal, dificil descubrir que mostraban anteriormente; balones; alguna muñeca; un ejército de clicks de Playmobil… Hasta allí donde alcanzaba mi vista, había objetos y más objetos, ropa vieja, melodías que sonaban ahogadas, mezclándose entre sí. Un sinsentido absoluto hasta que la vi. Cuanto más me acercaba más segura estaba de que eso era mío, no había duda. Allí estaba mi cajita de música. Tal y como la recordaba, color azul, florecitas dibujadas y una pequeña y delicada bailarina que empezaba a dar vueltas en cuanto abrías la tapa. También la melodía parecía haber soportado el paso del tiempo, los años y años de olvido. Y abrir de nuevo esa tapa fue como abrir el baúl de los recuerdos, y de repente todo aquello tomaba sentido. Aquellas eran mis cosas, mis recuerdos, mi infancia y mi adolescencia, mis lazos, mi familia y mis amigos. Toda mi vida sumergida en un mar sin fondo del que ya no sabía si quería escapar. Pero me faltaba el aire y me di cuenta de que allí no podía vivir, no podía aferrarme a todas esas cosas porque era absurdo dejar atrás todo aquello que había construido con el paso de los años. Agarré la cajita de música y empecé a nadar hacia la superfície. Salí del agua exhausta, me tumbé en la arena y dejé que el sol secara mi piel, poco a poco volvía a la realidad. Allí estaba la cajita y me prometí no dejar nunca de darle cuerda y escuchar su melodía, ella me ayudaría a mantener los recuerdos y no permitiría que todo terminara por caer en el olvido. Guardaría en ella mis secretos y mis tesoros para así tener siempre presente que la vida es nuestra, toda, entera, de principio a fin, y eso nadie puede quitárnoslo. Nunca.

10.12.07

El otro día Aina y yo nos pusimos como locas en casa bailando esta canción. Aina cumple dos años el mes que viene y por supuesto no conoce Supertramp ni nada más allá de las canciones infantiles que le cantamos en casa y en la guardería. Así que es nuestro trabajo compartir con ella todo aquello que nos gusta y creemos que es bueno que conozca. Para mi la música es esencial y hay melodías adecuadas para cada ocasión. Cuando jugamos a pintar o a mirar cuentos le pongo Morcheeba, por ejemplo; y cuando toca ponerse a dar saltos y mover los brazos como locas, qué mejor que el maravilloso solo de piano que encontramos a mitad de esta canción:



School - Supertramp "Crime of the Century"

Como ya dije...

Sureña me encarga un meme de esos que tanto gustan por estos mundos de Dios. Como ya hice uno en su momento, os dejo el enlace y si os apetece os pasáis a echar un vistazo.