Un año más se inauguran las sesiones de cine en el Castillo de Montjuïc bajo el nombre de "Cinema a la fresca" o sea, cine al aire libre.
Durante un mes el foso del castillo se convierte en una sala improvisada, uno de los muros se cubre con una pantalla gigante y el césped se llena de gente dispuesta a pasar un buen rato, en buena compañía y por el módico precio de 4 euros.
Para mi lo más bonito es buscar un buen sitio, sentarse en el suelo, abrir un par de cervecitas o una botellita de vino si apetece, sacar las tostaditas, el paté, el embutido, una tarta, que más da. Lo importante es la compañía, la música de fondo (mientras va llegando la gente, un grupo de jazz ameniza la velada tocando en directo). A las 22h algún corto interesante y a las 22:15h empieza la película, siempre en versión original subtitulada al castellano.
Así que avisados quedan, los lunes, miércoles y viernes de este més de julio, están dedicados al placer del cine en la montaña de Montjuïc. No os lo perdáis.
Sala Montjuïc
Programación , horarios y más.
29.6.07
28.6.07
Reflejo
Me da por pensar mientras me veo reflejada en el filo de este cuchillo. Mi imagen distorsionada me trae recuerdos que creia olvidados, como aquella vez en esa piscina, ¿recuerdas? Nos colamos en esa casa que había al otro lado del polideportivo.
Parecía estar abandonada desde hacía mucho, la piscina era verde y no podía verse el fondo. Llena de hojas y bichos flotando, nos dedicamos a tirar piedras a ver quién de los dos salpicaba más. De repente una voz nos gritó algo y salimos corriendo sin mirar atrás. Como corrimos. Nunca antes había corrido así, y al llegar allí donde empezaba el bosque, medio ahogados y sin aliento, me besaste.
Ahora mismo no recuerdo con detalle que sentí, no logro recordar la sensación, pero sé que fue excitante, sé que las piernas me temblaron al contacto de tus labios, al sentir tu lengua buscando la mía. Me diste la mano y nos resguardamos entre los árboles. Como si fuera ayer, te veo a mi lado tumbado, veo tus manos colándose por debajo de mi camiseta sudada, tu rodilla entre mis piernas, rozando, acariciando, buscándome ansioso. Sin dejar de besarte acaricaba tu espalda y bajaba despacio, terminé como una intrusa en tu pantalón y luego…todo se vuelve borroso. Y es que no recuerdo que pasó después, no recuerdo como volvimos a casa, si lo hicimos juntos, ni si quiera recuerdo haberte visto después de aquel día.
Me da por pensar mientras me veo reflejada en el filo de este cuchillo. ¿Encontraré en él la respuesta?
Parecía estar abandonada desde hacía mucho, la piscina era verde y no podía verse el fondo. Llena de hojas y bichos flotando, nos dedicamos a tirar piedras a ver quién de los dos salpicaba más. De repente una voz nos gritó algo y salimos corriendo sin mirar atrás. Como corrimos. Nunca antes había corrido así, y al llegar allí donde empezaba el bosque, medio ahogados y sin aliento, me besaste.
Ahora mismo no recuerdo con detalle que sentí, no logro recordar la sensación, pero sé que fue excitante, sé que las piernas me temblaron al contacto de tus labios, al sentir tu lengua buscando la mía. Me diste la mano y nos resguardamos entre los árboles. Como si fuera ayer, te veo a mi lado tumbado, veo tus manos colándose por debajo de mi camiseta sudada, tu rodilla entre mis piernas, rozando, acariciando, buscándome ansioso. Sin dejar de besarte acaricaba tu espalda y bajaba despacio, terminé como una intrusa en tu pantalón y luego…todo se vuelve borroso. Y es que no recuerdo que pasó después, no recuerdo como volvimos a casa, si lo hicimos juntos, ni si quiera recuerdo haberte visto después de aquel día.
Me da por pensar mientras me veo reflejada en el filo de este cuchillo. ¿Encontraré en él la respuesta?
27.6.07
Dulce Eva,
no muerdas esa manzana,
muerde mis labios,
besa mi lengua.
Deja que sea yo quien,
despacio,
arranque tu piel con saliva
y deseo.
Grita.
Ilustración: Tamara de Lempicka "Adam & Eve" 1932.
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En mi cabeza,
Sólo para tus ojos
25.6.07
El cristal
La arena se colaba descarada por dentro de su pequeño bikini, mientras sus manos se hundian en la orilla en busca de alguna señal que la llevara hasta él.
Dos colillas, un palito de madera de algún helado sin premio, un par de conchas diminutas y un trozo de cristal. El cristal era verde, de esos con los bordes tan desgastados que resultan suaves al tacto, imposible imaginar el peligro que antes entrañaban. Lo sujetó con cuidado y miró al horizonte a través de él. El mar antes azul era ahora verdoso, como si se tratara de una charca llena de moho, faltaban las ranas y los nenúfares; faltaban los principes azules y la historia de amor. Decidida, lanzó el pequeño trocito de cristal al agua, tan lejos como pudo y después de eso, se tumbó.
Escuchaba relajada el sonido de las olas. Pensaba en lo difícil que resulta sentirse bien, en lo complicada que es la vida a veces, y en como nos cuesta sentirnos completos y satisfechos con nosotros mismos. El agua acariciaba sus pies, a veces incluso mojaba su entrepierna y se estremecía en una mezcla de frío y placer.
No estaba segura, pero creyó, al abrir los ojos, que se había dormido con el vaivén de las olas. ¿Cómo, si no, podía ver sus pies con total claridad metidos en una charca?
¿Cómo, si no era un sueño, podía hallarse rodeada de árboles y flores, en medio de un frondoso bosque? ¿Cómo iba, si no, a sostener en la palma de su mano lo que parecía ser una ranita con corona?
Un poco asustada y absolutamente sorprendida, miró fijamente a la rana. Si esta esperaba que la besaran, lo tenía claro. Echó el brazo hacia atrás y la lanzó al centro de la charca. Desapareció.
Volvió a cerrar los ojos, quería volver cuanto antes a su playa de arena blanca y mar en calma. Quería encontrarle, sí, pero ese tacto viscoso por mucha corona que ostentara, le dio un asco terrible y pensó que tal vez mejor sola. Mejor sola con las olas acariciando su entrepierna, sí, mucho mejor.
Dos colillas, un palito de madera de algún helado sin premio, un par de conchas diminutas y un trozo de cristal. El cristal era verde, de esos con los bordes tan desgastados que resultan suaves al tacto, imposible imaginar el peligro que antes entrañaban. Lo sujetó con cuidado y miró al horizonte a través de él. El mar antes azul era ahora verdoso, como si se tratara de una charca llena de moho, faltaban las ranas y los nenúfares; faltaban los principes azules y la historia de amor. Decidida, lanzó el pequeño trocito de cristal al agua, tan lejos como pudo y después de eso, se tumbó.
Escuchaba relajada el sonido de las olas. Pensaba en lo difícil que resulta sentirse bien, en lo complicada que es la vida a veces, y en como nos cuesta sentirnos completos y satisfechos con nosotros mismos. El agua acariciaba sus pies, a veces incluso mojaba su entrepierna y se estremecía en una mezcla de frío y placer.
No estaba segura, pero creyó, al abrir los ojos, que se había dormido con el vaivén de las olas. ¿Cómo, si no, podía ver sus pies con total claridad metidos en una charca?
¿Cómo, si no era un sueño, podía hallarse rodeada de árboles y flores, en medio de un frondoso bosque? ¿Cómo iba, si no, a sostener en la palma de su mano lo que parecía ser una ranita con corona?
Un poco asustada y absolutamente sorprendida, miró fijamente a la rana. Si esta esperaba que la besaran, lo tenía claro. Echó el brazo hacia atrás y la lanzó al centro de la charca. Desapareció.
Volvió a cerrar los ojos, quería volver cuanto antes a su playa de arena blanca y mar en calma. Quería encontrarle, sí, pero ese tacto viscoso por mucha corona que ostentara, le dio un asco terrible y pensó que tal vez mejor sola. Mejor sola con las olas acariciando su entrepierna, sí, mucho mejor.
Nada sutil
No hay nada sutil acerca de la muerte
o en arrojar basura, o en las arañas
ni en este puñado de monedas de cinco centavos
ni en el ladrar de los perros esta noche
cuando la bestia sorbe cerveza
y brilla la luna
y pregunta por mi nombre
y me agarro a la pared,
sin ser suficientemente hombre como para llorar
mientras la ciudad vierte su pena
en botellas de vino y besos revenidos
y los grilletes y las muletas y las losas
fornican como locos.
Charles Bukowski
o en arrojar basura, o en las arañas
ni en este puñado de monedas de cinco centavos
ni en el ladrar de los perros esta noche
cuando la bestia sorbe cerveza
y brilla la luna
y pregunta por mi nombre
y me agarro a la pared,
sin ser suficientemente hombre como para llorar
mientras la ciudad vierte su pena
en botellas de vino y besos revenidos
y los grilletes y las muletas y las losas
fornican como locos.
Charles Bukowski
18.6.07
Ceniza
Sentada en un sillón cerca de la ventana, dibuja pequeños aritos de humo en el aire mientras la lluvia cae incesante y desordenada. Su mirada se pierde entre los edificios grises con las fachadas mojadas, con las terrazas vacías y las azoteas llenas de ropa empapada. Su mente viaja lejos, a algún lugar donde los charcos no regalan reflejos que duelen, donde las lágrimas no se confunden con gotas de lluvia.
Mira através de uno de esos aritos tan frágiles y ve un rostro en una ventana. ¿estará también su mente viajando lejos de allí?
Cierra los ojos y da otra calada, ladea la cabeza mientras sus pies siguen lo que parece ser el compás de alguna canción olvidada hace mucho. Un trueno inesperado la devuelve a la realidad. Va a por la escoba y barre la ceniza que ha caido sobre el parqué.
Mira através de uno de esos aritos tan frágiles y ve un rostro en una ventana. ¿estará también su mente viajando lejos de allí?
Cierra los ojos y da otra calada, ladea la cabeza mientras sus pies siguen lo que parece ser el compás de alguna canción olvidada hace mucho. Un trueno inesperado la devuelve a la realidad. Va a por la escoba y barre la ceniza que ha caido sobre el parqué.
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En clave de sol,
En mi cabeza
13.6.07
Mi ipod
-Banquet - Block party
-Dakota - Stereophonics
-Breathe - Sebastien Tellier
-Tales from San Francisco - Artic Monkeys
12.6.07
Desconocidos
Creyó por un instante que se habían cruzado antes, que esos ojos negros los había visto en algún lugar. Ella, sentía que se conocían de toda la vida, cómo si no, podía él adivinar sus deseos más intimos, meterse en su cabeza a la vez que se metía en su cuerpo y le daba todo lo que necesitaba en cada instante. Eran dos cuerpos anónimos, sin nombre, sin vida más allá de esas cuatro paredes, más allá de esa cama con sábanas blancas y colcha granate a juego con las cortinas.
Al salir del bar, sin cruzar palabra, anduvieron cogidos de la mano hasta la pensión de la esquina. Querían lo mismo, querían huir de la rutina, huir de sus pisos vacíos, de su nevera con porciones individuales, de sus cepillos de dientes solitarios.
Y ahora, compartiendo sudor y saliva, llegaban al límite de lo comprensible, al límite de lo real, porque eran uno sólo. No había duda de que así era, resultaba escalofriante.
Pero por muy extraño y siniestro que pareciera, ellos siguieron embistiéndose, gimiendo y revolcándose durante horas. Nunca antes se habían sentido así, nunca antes tanto deseo, nunca antes tanta pasión, pero…¿quiénes eran en realidad?
Amanecía cuando los dos cuerpos exhaustos se quedaron dormidos. La luz se colaba tímida entre las cortinas, el aire estaba viciado, mantenía aún el calor de la noche anterior.
Al despertarse, se encontraron el espacio vacío a su lado, tan sólo unas sábanas arrugadas y aún humedas bajo su piel. Él y ella, cada uno en su habitación, en sus pisos solitarios y llenos de silencio. Cada uno en su cama.
Se habían encontrado en sus sueños más calientes, se habían conocido compartiendo juegos y fluidos en otra dimensión y ahora, ahora sólo querían seguir soñando.
Al salir del bar, sin cruzar palabra, anduvieron cogidos de la mano hasta la pensión de la esquina. Querían lo mismo, querían huir de la rutina, huir de sus pisos vacíos, de su nevera con porciones individuales, de sus cepillos de dientes solitarios.
Y ahora, compartiendo sudor y saliva, llegaban al límite de lo comprensible, al límite de lo real, porque eran uno sólo. No había duda de que así era, resultaba escalofriante.
Pero por muy extraño y siniestro que pareciera, ellos siguieron embistiéndose, gimiendo y revolcándose durante horas. Nunca antes se habían sentido así, nunca antes tanto deseo, nunca antes tanta pasión, pero…¿quiénes eran en realidad?
Amanecía cuando los dos cuerpos exhaustos se quedaron dormidos. La luz se colaba tímida entre las cortinas, el aire estaba viciado, mantenía aún el calor de la noche anterior.
Al despertarse, se encontraron el espacio vacío a su lado, tan sólo unas sábanas arrugadas y aún humedas bajo su piel. Él y ella, cada uno en su habitación, en sus pisos solitarios y llenos de silencio. Cada uno en su cama.
Se habían encontrado en sus sueños más calientes, se habían conocido compartiendo juegos y fluidos en otra dimensión y ahora, ahora sólo querían seguir soñando.
11.6.07
Fragmentos X
-Me gustaría ahondar en esta idea. ¿Posee la fantasía creativa la naturaleza de los sueños?
-Sí, pero no exclusivamente. También posee la del entendimiento. No vaya usted a creer que, con esta afirmación, sigo los pasos de su honorable compatriota Sigmund Freud. Para él, los sueños, las fantasías, los mitos, las novelas y todo lo relacionado con la imaginación son objetos hacia los que se dirige el entendimiento. En cambio, yo opino que consituyen el entendimiento en sí.
-Me temo que no acabo de comprenderlo.
-Yo tampoco, pero hago lo que puedo. Lo que quiero decir es que la fantasía artística, sea de la naturaleza que sea, más que un concepto para ser comprendido, es un medio con el que se es capaz de comprender. Es decir, un instrumento. Lo que pretendo es darle la vuelta al asunto. Invertir los términos suele aportar nuevas ideas. Permítame que le ponga un ejemplo...
-Sí, claro.
Herter prosiguió con los ojos entornados:
-Imagínese un decorado realista, como los que hoy en día aún se ven a veces en la ópera. Por ejemplo: el mar, un pueblo de pescadores, las dunas. Estos elementos se reconstruyen en el teatro con toda clase de objetos reales, como arena, redes de pescadores, cubos oxidados. ¿Y que ve el público? El decorado produce una impresión de realidad, sí, y sin embargo, bajo la luz artificial y el silencio del teatro, todos esos objetos reales se tornan irreales, adquieren una categoría artística. ¿Me sigue?
"Sigfrido" de Harry Mulisch
-Sí, pero no exclusivamente. También posee la del entendimiento. No vaya usted a creer que, con esta afirmación, sigo los pasos de su honorable compatriota Sigmund Freud. Para él, los sueños, las fantasías, los mitos, las novelas y todo lo relacionado con la imaginación son objetos hacia los que se dirige el entendimiento. En cambio, yo opino que consituyen el entendimiento en sí.
-Me temo que no acabo de comprenderlo.
-Yo tampoco, pero hago lo que puedo. Lo que quiero decir es que la fantasía artística, sea de la naturaleza que sea, más que un concepto para ser comprendido, es un medio con el que se es capaz de comprender. Es decir, un instrumento. Lo que pretendo es darle la vuelta al asunto. Invertir los términos suele aportar nuevas ideas. Permítame que le ponga un ejemplo...
-Sí, claro.
Herter prosiguió con los ojos entornados:
-Imagínese un decorado realista, como los que hoy en día aún se ven a veces en la ópera. Por ejemplo: el mar, un pueblo de pescadores, las dunas. Estos elementos se reconstruyen en el teatro con toda clase de objetos reales, como arena, redes de pescadores, cubos oxidados. ¿Y que ve el público? El decorado produce una impresión de realidad, sí, y sin embargo, bajo la luz artificial y el silencio del teatro, todos esos objetos reales se tornan irreales, adquieren una categoría artística. ¿Me sigue?
"Sigfrido" de Harry Mulisch
7.6.07
Tormenta
Y cubrieron sus rostros con paraguas para evitar mostrar sus lágrimas. De noche, aquellos que andaron el camino, se encontraron con una terrible tormenta, los ojos secos y sus almas, vacías.
Pintura: "Lazarus Wartet"-Edgar Ende (1960)
Pintura: "Lazarus Wartet"-Edgar Ende (1960)
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En mi cabeza,
Sólo para tus ojos
5.6.07
"Versus": Françoise Caffiaux, Romain Noel, Thomas Salas (Francia)
1.6.07
Esta tarde
Voy a abrir las ventanas para que entre el aire fresco de esta tarde tan preciosa. Es la tarde perfecta: un cielo azul límpio de nubes blancas, brisa suave y tibia de primavera, el murmullo lejano de los niños jugando en el parque, los preciosos pajaritos saltando de rama en rama, agitando felices sus pequeñas alas multicolor.
Voy a desnudarme, me quitaré de encima la pesadez del trabajo, el hedor a broncas, teléfono y obligaciones diarias. Sólo una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos de algodón. El pelo recogido para dejar libre la nuca (quiero que el aire acaricie mi piel, sentirlo en cada poro), y desclaza porque sí, porque me gusta andar por el suelo de madera y sentir el suave frescor de la haya pulida y barnizada en la planta de mis pies.
En la cocina abro el armario de la derecha y cojo una copa, en la otra mano un Ribera del Duero, el vino tinto es el mejor para la ocasión.
Descorcho la botella y la dejo encima del mármol, para que se ventile. Ya en el sofá, abro mi cajita mágica: papel, un cigarrito, unos segunditos para quemar y listo.
Sólo me queda llenar la copa y tumbarme en silencio, dejándome envolver por el humo que yo misma desprendo, que mis labios expulsan lentamente, sin prisa. Tarareo una canción, o tal vez sólo suena dentro de mi cabeza*...que más da, la música me acompaña, los ruidos desaparecen, la vida se hace indudablemente necesaria, increiblemente única y preciosa. Aprovechémosla, aún nos queda tiempo.
*Suena: Morcheeba "Part of the process"
Voy a desnudarme, me quitaré de encima la pesadez del trabajo, el hedor a broncas, teléfono y obligaciones diarias. Sólo una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos de algodón. El pelo recogido para dejar libre la nuca (quiero que el aire acaricie mi piel, sentirlo en cada poro), y desclaza porque sí, porque me gusta andar por el suelo de madera y sentir el suave frescor de la haya pulida y barnizada en la planta de mis pies.
En la cocina abro el armario de la derecha y cojo una copa, en la otra mano un Ribera del Duero, el vino tinto es el mejor para la ocasión.
Descorcho la botella y la dejo encima del mármol, para que se ventile. Ya en el sofá, abro mi cajita mágica: papel, un cigarrito, unos segunditos para quemar y listo.
Sólo me queda llenar la copa y tumbarme en silencio, dejándome envolver por el humo que yo misma desprendo, que mis labios expulsan lentamente, sin prisa. Tarareo una canción, o tal vez sólo suena dentro de mi cabeza*...que más da, la música me acompaña, los ruidos desaparecen, la vida se hace indudablemente necesaria, increiblemente única y preciosa. Aprovechémosla, aún nos queda tiempo.
*Suena: Morcheeba "Part of the process"
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