5.7.06

Serendipia

El término serendipia es un neologismo procedente de la palabra inglesa serendipity.
La serendipia es azar es casualidad, y como por “arte de serendipia” hace un par de dias me topé con alguien al que no veia desde hacia más de diez años.
Hablaba con unas amigas de aquellas personas que se cruzaron en nuestras vidas.De aquellas que significaron algo especial. Un aprendizaje en épocas adolescentes; un primer beso, una primera caricia, un te quiero tímido y susurrado. Descubrir nuevos placeres, nuevas sensaciones, rincones ocultos.
Y mientras hablábamos de todo esto me acordé, irremediablemente, de él. Y cómo no iba a hacerlo si él fue mi primer todo.
Apenas con quince años me enamoré por primera vez. Un chico sensible, dulce, atento, igual de inexperto que yo, me robó el corazón. Recuerdo esos días con ternura porque fueron felices y nuevos y apasionados y sí, tal vez algo cursis (qué queréis, tenía sólo quince años). Y ahí quedó mi año y medio de amor adolescente, guardado en mi memoria. Sin rencores ni malos ratos, sólo el recuerdo de un chico moreno de pelo alborotado y blanca sonrisa.
Así que después de un rato de charla banal con mis amigas salí a buscar algo para comer y calmar mi sufrido estómago hasta la hora de salir. Y mientras andaba pensando en mis cosas y con la mirada perdida, oi como alguien gritaba mi nombre y me di la vuelta.
Desde dentro de un coche una voz asomaba y me acerqué con esa sensación de desnudez, como temerosa de no reconocer a quien me llamaba. Pero al agacharme y mirar hacia el interior del coche le reconocí de inmediato.
Era él.
Increible, me quedé alucinada, y lo peor fueron mis primeras palabras: “…pero si hace un momento me acordaba de ti…”
¿Que debió de pensar ante semejante declaración? ¿A santo de qué había estado yo pensando en él?
Con torpeza nos saludamos, incluso apartó el coche de en medio de la calle para bajarse y saludarme en condiciones.
No fueron más de cinco minutos los que pasamos ahí, de pie, observándonos mientras intentábamos resumir en cuatro palabras los últimos diez años trancurridos.
Resultó extraño el encuentro, tal vez algo incómodo.
Qué curioso descubrir que, pasados unos años, aquellos que creiamos conocer tan y tan bien se convierten en unos auténticos desconocidos ante nuestros ojos.
Curioso también darme cuenta de que más que el hecho de reencontrarme con esa persona, lo que más me impactó fue la casualidad.
Todo es un ciclo que se repite, vivimos en una especie de círculo (no sé si vicoso o no) que nunca termina, porque a veces el final es el principio y otras veces parece que pasemos por los mismos sitios que ya habíamos pisado una vez. Y la música ayuda a que el circulo nunca se rompa.
La música resulta ser una agradable compañera la mayoría de las veces, otras, se vuelve traidora y perversa y nos trae recuerdos, incluso olores que creiamos tener olvidados.
Este chico moreno, de pelo alborotado y blanca sonrisa me descubrió a George Winston. Un pianista norteamericano que, con una belleza y sensibilidad enormes, te eleva hasta lo más alto o te hunde en la tristeza más desoladora.
Ya hace muchos años que, al escuchar sus notas, no me transporto hacia esos días de quinceañera, pero miles de sentimientos siguen llenándome cada vez que pulso el play.
Son sentimientos sin cara, ni nombre, ni fechas concretas; sólo sentimientos encontrados que me ayudan a llorar, a vaciarme por dentro y, otras veces, a seguir hacia delante.
Y ahora pienso en cómo es posible que no haya compartido contigo, la persona que más amo, estas preciosas melodias.
Tú, que amas la música tanto como yo. Tú que caminas a mi lado, que no me sueltas nunca. Tú que aunque lejos estás tan cerca. Tú que me das la vida escondida en tu sonrisa.
Quiero escuchar contigo este piano y sentir que por fin andamos dejando sólo un juego de pisadas en el camino.


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P.D: Contigo no habrá serendipia porque nunca me iré de tu lado. Lo nuestro no fue por casualidad.

1 comentario:

Ale dijo...

tu palabras me transportan a mis propias casualidades y "causalidades" que todavía hoy, me despiertan mucho asombro y, también, un misterioso placer.
la serendipia prefiero llamarla magia, pero es el mismo sentir.
leerte, en este caso, es recordar.
gracias por compartirlo.
saludos desde el sur del sur.