Resulta dificil entender el "maltrato televisivo" que ha sufrido esta maravillosa serie.
Durante un tiempo había que esperar hasta la madrugada del sábado para poder sentarse delante del televisor y ver, al fin, algo de calidad en nuestras pantallas (es evidente que los programadores no opinaban lo mismo). Luego cambiaron la hora, una vez más, y pasaron a emitirla a una hora más decente, al menos más agradecida por la mayoría de los telespectadores.
Joel Fleischman, un joven médico de Queens (NY), llega a Cicely dispuesto a ganarse la beca trabajando durante 4 años como médico del pueblo. Durante este tiempo irá conociendo a los extravagantes habitantes de la zona.
Con cada nuevo capítulo nos adentramos en un mundo surrealista poblado de jovenes nativos con un exquisito gusto por el cine, astronautas de paladar fino y dueños de medio pueblo, guapos dj's que filosofan y leen poesía, y una larga lista de personajes únicos y sorprendentes con historias aún más extraordinarias.
Y es fácil sentirse atrapado por sus gentes y sus historias, porque en Cicely se vive de otra forma. La amistad, los pequeños placeres e incluso la muerte se trata de distinta manera a la que estamos habituados. Y es ahi donde el espectador se siente atrapado, a gusto, extrañamente relajado.
Es como ir de terapia pero sin salir de casa, sin moverte del sofá. Si estoy algo triste, desanimada, sin ganas; cuando siento que todo es complicado y no consigo verle el lado positivo a nada, una sesión de Dr. en Alaska consigue arrancarme una sonrisa y hacerme pensar. Agarro una manta, una hamburguesa de karibú, leña suficiente para que la estufa no se apague y le doy al play...
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