29.11.06
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Gràcies per tots els somriures, les abraçades, les rialles, les mirades, les paraules (a la teva manera), la complicitat, la tendresa...Però també gràcies per tot el que m`has estat ensenyant durant aquests deu mesos.
Si, m'has canviat la vida, has posat de cap per avall el meu espai propi, la meva independència, les meves estones de soletat; però tingues per segur que no ho canviaria per res del món.
Ets un regal, una sorpresa preciosa i petitona, la coseta més dolça del món, del meu món.
Aina, t'estimo.
29 de Gener del 2006
28.11.06
Un mismo camino
¿Sabes? Eres grande, fuerte y muchos te temen; pero yo no. Yo quiero andar contigo siempre. Quiero que me muestres lugares mágicos, rincones del bosque que nadie más conoce. Quiero que me cuentes cuentos mientras me apoyo en tu tripa y siento el calor que desprende tu piel. Tal vez los demás no lo entiendan pero me da igual. Dame la mano y disfrutemos del paseo.
*Cuadro de Michael Sowa "Maedchen und baer"
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En mi cabeza,
Sólo para tus ojos
27.11.06
Lo que se ha perdido
Lo que se ha perdido, lo que se debería haber perdido,
lo que se ha conseguido y ha satisfecho por error,
lo que amamos y perdimos y, después de perderlo, vimos,
amándolo por haberlo tenido, que no lo habíamos amado;
lo que creíamos que pensábamos cuando sentíamos;
lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción;
y el mar en todo, llegando allá, rumoroso y fresco,
del gran fondo de toda la noche, a agitarse fino en la playa,
en el decurso nocturno de mi paseo a la orilla del mar.
16.11.06
...Love is like smoke, it disappears through the night...
Habréis visto ya muchas y repetidas alusiones a este grupo desconocido para la mayoría de vosotros, me atrevería a decir que por todos, The Dogs d'Amour.
Un día os contaré como los descubrí, como quedé prendada con solo escuchar una canción en unos viejos walkman (sí, sí...esa cosa anterior al ipod). De eso hace ya casi 15 años y aún sigo enganchada a sus letras y a sus notas.
Aquí, un video que debe ser del año ochenta y pico (salta a la vista), aparte quedan las pintas que gastan y lo cutre del decorado. Pero qué queréis, me encantan...
Satellite kid del álbum Errol Flynn / King of the thieves
Un día os contaré como los descubrí, como quedé prendada con solo escuchar una canción en unos viejos walkman (sí, sí...esa cosa anterior al ipod). De eso hace ya casi 15 años y aún sigo enganchada a sus letras y a sus notas.
Aquí, un video que debe ser del año ochenta y pico (salta a la vista), aparte quedan las pintas que gastan y lo cutre del decorado. Pero qué queréis, me encantan...
Satellite kid del álbum Errol Flynn / King of the thieves
14.11.06
Soledad
¿Dónde estás?
¿Dónde te escondes?
¿Qué te han hecho que me olvidas?
Añoro tu silencio
La dulce calma después de las lágrimas
La oscuridad que arropa
El sabor dulce de las palabras
no dichas
mudas
Cerrar los ojos
perderme entre las sombras
Vuelve soledad
Qué sola me has dejado
P.D: Hay dos tipos de soledad: La impuesta y la propia y necesaria. Yo echo en falta la segunda.
¿Dónde te escondes?
¿Qué te han hecho que me olvidas?
Añoro tu silencio
La dulce calma después de las lágrimas
La oscuridad que arropa
El sabor dulce de las palabras
no dichas
mudas
Cerrar los ojos
perderme entre las sombras
Vuelve soledad
Qué sola me has dejado
P.D: Hay dos tipos de soledad: La impuesta y la propia y necesaria. Yo echo en falta la segunda.
Fragmentos IV
"Estar tot sol és com la sensació que tens quan estàs a la boca d'un riu gran en una tarda de pluja i mires com l'aigua desemboca al mar. ¿Ho has fet mai? Estar a la boca d'un riu gran i mirar com l'aigua desemboca al mar.
Pastanaga no em va contestar.
-Jo sí que ho he fet - vaig dir.
Amb els ulls com unes taronges, Pastanaga em va mirar a la cara.
-No puc explicar per què et provoca una sensació de solitud mirar com l'aigua del riu es barreja amb l'aigua del mar. Però sí que te la provoca. Ho hauries de fer alguna vegada."
El meu amor Sputnik - Haruki Murakami
Pastanaga no em va contestar.
-Jo sí que ho he fet - vaig dir.
Amb els ulls com unes taronges, Pastanaga em va mirar a la cara.
-No puc explicar per què et provoca una sensació de solitud mirar com l'aigua del riu es barreja amb l'aigua del mar. Però sí que te la provoca. Ho hauries de fer alguna vegada."
El meu amor Sputnik - Haruki Murakami
10.11.06
Heart of mine
6.11.06
De cielos y de infiernos...
Sentados en la barra de aquel café, él contaba su historia. Le habia sucedido hacia tan sólo un par de horas, y aún estaba en estado de shock.
No hacia más que darle vueltas al asunto, una y otra vez, pero de nada servía recrear la escena, había sucedido y no hacia falta pensar tanto en ello.
Andaba camino del trabajo y, al cruzar la calle, pudo oir un ruido espantoso, como si un millón de personas se hubieran puesto a gritar a la vez, desgañitándose, creando una solo grito fantasmagórico que ponía los pelos de punta.
Giró lentamente la cabeza y pudo ver que justo por donde había pasado antes, un piano había caido en picado desde un séptimo piso hasta la acera. Cayó rompiéndose en mil pedazos y en ese mismo instante, en tan solo una fracción de segundo, pudo sentir que había vuelto a nacer.
No creia en cielos ni en infiernos, pero mientras hablaba imaginaba si un angel, de esos sin sexo, con alas y llenos de bondad, no se habría cruzado en su camino.
Justo detrás de él, una chica ocupaba una mesa. En ella un cenicero lleno de colillas y una nube de humo envolviéndolo todo. La muchacha no había podido evitar escuchar toda la conversación que desde la barra le llegaba con total claridad.
Qué bien, pensaba, que suerte saber que en tan solo un segundo podemos morir y dejar atrás esta vida, que no es vida ni es nada, solo un cúmulo de desgracias, de tristeza y soledad.
Jugueteaba con un anillo de compromiso, lo hacia girar mientras las lágrimas se derramaban dentro de su amargo café. Su prometido se había fugado con la novia de su mejor amigo, y eso, la dejaba a ella en nada. Ella ya no era nada para nadie. Ese anillo sólo representaba la traición, el engaño más ruín, la falta de esperanza.
Llevaba un rato escuchando al chico del piano, y hacerlo hizo que por un momento olvidara sus penas para así imaginarse como víctima accidental de algún extraño giro del destino.
Ella tampoco creía en cielos ni en infiernos, pero le habría gustado ser un ángel y, así, conseguir la libertad.
El camarero sirvió otra copa a la pareja de la barra y retiró el café de esa chica que parecía tan triste y tan sola.
Ese era, sin ninguna duda, el peor día desde que trabajaba en aquel local. Los clientes no dejaban de entrar y salir, se pasaba las horas sirviendo a esas personas que poco le importaban, estaba harto y quería dejarlo.
Además no tenía la cabeza donde debería. Entre el ir y venir de la gente, sus paseos entre las mesas, las conversaciones ajenas; en medio de todo eso estaba su madre.
A la pobre la tenían en una habitación de hospital, hacía ya un par de meses que la ingresaron. Hasta el momento no habían sabido decirle qué era lo que su madre padecía, qué solución había y hasta cuando debería quedarse ahí. Estaba nervioso, no quería olvidarse de llamar. El médico se lo había dicho hacía una semana: llámeme Ud. dentro de unos cinco o seis días y hablaremos sobre los resultados de las pruebas.
De vuelta a la barra, dejó los vasos y las copas y desapareció dentro de la cocina.
Allí había un teléfono, sólo para personal autorizado, lo descolgó y llamó al médico.
Su mirada lo decía todo. Tampoco él creia en cielos ni en infiernos, pero su madre, que sí creia en ellos, al fin era libre. Por fin había abandonado esa horrible cama de hospital, por fin dejaba atrás los problemas, las penas. Ahora era un angel.
*Inspirado en la canción Angel de The Dogs d'Amour
No hacia más que darle vueltas al asunto, una y otra vez, pero de nada servía recrear la escena, había sucedido y no hacia falta pensar tanto en ello.
Andaba camino del trabajo y, al cruzar la calle, pudo oir un ruido espantoso, como si un millón de personas se hubieran puesto a gritar a la vez, desgañitándose, creando una solo grito fantasmagórico que ponía los pelos de punta.
Giró lentamente la cabeza y pudo ver que justo por donde había pasado antes, un piano había caido en picado desde un séptimo piso hasta la acera. Cayó rompiéndose en mil pedazos y en ese mismo instante, en tan solo una fracción de segundo, pudo sentir que había vuelto a nacer.
No creia en cielos ni en infiernos, pero mientras hablaba imaginaba si un angel, de esos sin sexo, con alas y llenos de bondad, no se habría cruzado en su camino.
Justo detrás de él, una chica ocupaba una mesa. En ella un cenicero lleno de colillas y una nube de humo envolviéndolo todo. La muchacha no había podido evitar escuchar toda la conversación que desde la barra le llegaba con total claridad.
Qué bien, pensaba, que suerte saber que en tan solo un segundo podemos morir y dejar atrás esta vida, que no es vida ni es nada, solo un cúmulo de desgracias, de tristeza y soledad.
Jugueteaba con un anillo de compromiso, lo hacia girar mientras las lágrimas se derramaban dentro de su amargo café. Su prometido se había fugado con la novia de su mejor amigo, y eso, la dejaba a ella en nada. Ella ya no era nada para nadie. Ese anillo sólo representaba la traición, el engaño más ruín, la falta de esperanza.
Llevaba un rato escuchando al chico del piano, y hacerlo hizo que por un momento olvidara sus penas para así imaginarse como víctima accidental de algún extraño giro del destino.
Ella tampoco creía en cielos ni en infiernos, pero le habría gustado ser un ángel y, así, conseguir la libertad.
El camarero sirvió otra copa a la pareja de la barra y retiró el café de esa chica que parecía tan triste y tan sola.
Ese era, sin ninguna duda, el peor día desde que trabajaba en aquel local. Los clientes no dejaban de entrar y salir, se pasaba las horas sirviendo a esas personas que poco le importaban, estaba harto y quería dejarlo.
Además no tenía la cabeza donde debería. Entre el ir y venir de la gente, sus paseos entre las mesas, las conversaciones ajenas; en medio de todo eso estaba su madre.
A la pobre la tenían en una habitación de hospital, hacía ya un par de meses que la ingresaron. Hasta el momento no habían sabido decirle qué era lo que su madre padecía, qué solución había y hasta cuando debería quedarse ahí. Estaba nervioso, no quería olvidarse de llamar. El médico se lo había dicho hacía una semana: llámeme Ud. dentro de unos cinco o seis días y hablaremos sobre los resultados de las pruebas.
De vuelta a la barra, dejó los vasos y las copas y desapareció dentro de la cocina.
Allí había un teléfono, sólo para personal autorizado, lo descolgó y llamó al médico.
Su mirada lo decía todo. Tampoco él creia en cielos ni en infiernos, pero su madre, que sí creia en ellos, al fin era libre. Por fin había abandonado esa horrible cama de hospital, por fin dejaba atrás los problemas, las penas. Ahora era un angel.
*Inspirado en la canción Angel de The Dogs d'Amour
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