9.8.06

Fragmentos

Una semana después aún no me había llamado. En casa de Naoko no se podía dejar ningún recado en el contestador, así que el domingo por la mañana me acerqué a Kokubunji. Ella no estaba y la placa con su nombre había sido arrancada de la puerta. Las ventanas y contraventanas estaban cerradas. Al preguntar por ella al portero, me dijo que se había mudado tres días antes. Y que no sabía adónde.
Volví a la residencia y le escribí una larga carta a su casa de Kobe. Pensé que, estuviera donde estuviese, sus padres se la remitirían.
Le expresé mis sentimientos.

"Hay muchas cosas que no entiendo todavía, pero estoy tratando de comprenderlas. Necesito tiempo. No tengo la más remota idea de dónde estaré llegado ese momento. Por eso no puedo decirte palabras bonitas prometiéndote o pidiéndote nada. Todavía nos conocemos poco. Pero, si me das tiempo, haré lo imposible para que podamos conocernos mejor. Quiero volver a verte y hablar contigo. Cuando perdí a Kizuki, perdí a la única persona con quien podía sincerarme. Supongo que a ti te sucedió lo mismo. Es probable que tú y yo nos necesitemos más el uno al otro de lo que suponíamos. Y que, debido a esto, nuestra relación haya dado un rodeo, que, en cierto sentido, se haya torcido. Quizá no tendría que haber hecho lo que hice. Pero no podía actuar de otro modo. Y la intimidad y el cariño que sentí hacia ti en aquel momento no los había experimentado nunca antes. Quiero una respuesta. La necesito."

Esto decía mi carta. No obtuve respuesta.
Algo se hundió en mi interior y, sin nada que pudiera rellenar ese vacío, quedó un gran hueco en mi corazón. Mi cuerpo mostraba una ligereza anormal y una resonancia hueca.


Tokio Blues (Norwegian Wood) - Haruki Murakami

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Increíble coincidendia. Ayer compré ese libro y estoy a pubto de comenzarlo. Por lo tanto, comprenderás que no haya leído tus fragmentos. Prefiero la tierra virgen.

Saludos

Ale dijo...

bienvenida
y feliz día del niño!