Sus palabras retumbaban dentro de mi cabeza. Brillaban cegadoras y me quemaban el alma, por crueles, por ciertas. No le importaba, nada había en mi que le hiciera sonreir, nada por lo que luchar. Nada. Y ahora, vacío completamente, abrazado al recuerdo de su calor entre las sábanas, me iba apagando poco a poco, desvaneciéndome entre las sombras de mi dormitorio. Necesitaba cerrar los ojos y olvidarme de todo, apagar el deseo y dejar que se fundieran mis ojos. Que las lágrimas derramadas secaran el dolor que sentía aprisionado tras las costillas y volver al todo desde la nada.
Encuentros en una estación
9.11.10
TriNeo
Sus palabras retumbaban dentro de mi cabeza. Brillaban cegadoras y me quemaban el alma, por crueles, por ciertas. No le importaba, nada había en mi que le hiciera sonreir, nada por lo que luchar. Nada. Y ahora, vacío completamente, abrazado al recuerdo de su calor entre las sábanas, me iba apagando poco a poco, desvaneciéndome entre las sombras de mi dormitorio. Necesitaba cerrar los ojos y olvidarme de todo, apagar el deseo y dejar que se fundieran mis ojos. Que las lágrimas derramadas secaran el dolor que sentía aprisionado tras las costillas y volver al todo desde la nada.
1.8.10
Fragmentos: XVIII
-Buenos días, McAllister -saludó fríamente lord Emsworth.
-Buenos días , milord.
Hubo una pausa, durante la cual Angus McAllister extendió un pie tan grande como un estuche de violín y pisó el musgo con él. El significado de aquel gesto era obvio: expresaba desprecio, disgusto, una aversión total por el musgo; y lord Emsworth, estremeciéndose de dolor, hubo de ver, esta vez a través de sus quevedos, la antipática imagen de aquel hombre. Aunque no solía entregarse a menudo a la especulaciones teológicas, se estaba preguntando por qué la Providencia, aun en el caso de verse en el deber de crear jardineros jefes, había juzgado necesarios hacerlos escoceses. E indagando más, ¿por qué, en el caso de Angus McAllister, había hecho de él un ser humano? ¿Por qué había descartado para él todos aquellos ingredientes de los que hubiera podido salir un mulo de primera clase? Tenía la sensación de que Angus McAllister le hubiera caído mucho mejor como mulo."
"Lord Emsworth y la joven dama" - P.G. Wodehouse
27.7.10
Ahora
9.7.10
22.4.10
23.2.10
Illustración: Benjamin Lacombe
10.2.10
A oscuras
Tumbada a oscuras, desde su lado de la cama, observaba en silencio su silueta dormida, quieta. Escuchaba el suave respirar y se dejaba envolver por el calor tíbio que desprendía. Le gustaba, disfrutaba recorriendo despacio con la punta de los dedos todo su cuerpo. Perderse entre su pelo, seguir con un solo dedo y bajar por el cuello y recorrer su hombro izquierdo. Dibujar como en un lienzo el perfil de su espalda y su cintura, aguantarse las ganas de apretar en la cadera y deslizar tímidamente la mano entre sus piernas. Abrazarle por la espalda con brazo y pierna y hundir la cara en su nuca. Y respirar, respirar hondo y sentir que el mundo se para. Y tener de golpe la certeza de saber, aunque no lo digas, ni siquiera lo nombres, que podrías seguirle hasta el fin del mundo si así lo deseara. Y dejar que las lágrimas emborronen tu mirada porque no puedes comprender y mucho menos describir, el vacío que te muerde las entrañas al imaginarte lejos de esa silueta dormida y quieta.
29.1.10
5.1.10
Salada
Al menos ya no se encharca mi alma, ya no derramo por dentro, ya no me llena el hastío, al menos...
27.10.09
Transparente
Sara andaba como siempre, sola en el patio del colegio, sin amigos, sin necesidad de hablar con nadie; hasta que la voz de Ana, que era la única niña de clase que no le parecia una completa imbécil, le llamó la atención. Corrió hacia ella y cuando llegó lo primero que pudo ver fueron los ojos enrojecidos de Ana y unas pequeñas lágrimas, redonditas como ella, resbalándole mejilla abajo. No pronunció palabra pero con la mirada lo decía todo. Estaba aterrorizada por lo que pudiera pasar y le habían atado las manos a la espalda con una cuerda. Sara no pudo ver nada de todo eso hasta que fue demasiado tarde. De golpe, la atacaron por la espalda; entre dos la sujetaron y le ataron también las manos. No dijo nada, ni una sola palabra salió de su boca. Tampoco lloraba. Lo único que Ana pudo recordar más tarde, fue como su reflejo en los azules ojos de Sara, se iba diluyendo hasta que al final desapareció. Como si se lo tragara un remolino de agua, como un desagüe que acaba absorbiendolo todo y al final no queda nada. Sus ojos, antes azules, eran ahora transparentes.
Los niños reían como autómatas, no había ni rastro de sentimiento en sus carcajadas. Mientras dos las sujetaban por detras, un tercero empezó a quitarles la ropa de cintura para abajo. A Ana le quitaron la pequeña falda tejana y las braguitas, y fue entonces cuando arrancó a llorar. Gritaba para ser más exactos, miraba deseperada a Sara que ya tenia el vestido color granate subido. Ana, que no dejaba de llorar consiguió dejar de gritar; y fue gracias a Sara. No había abierto la boca y lo único que hacía era permanecer quieta, con la mirada fija en algún punto infinito. Con los ojos transparentes murmuraba palabras sin sentido, como un mantra sin fin, un rumor secreto e ininteligible. No pasaron más de cinco minutos hasta que la Srta.Aurora, que era la maestra de las niñas, llegó.
Al día siguiente faltaban tres niños en clase, Ana pensó que los habrían castigado, expulsado tal vez por unos días. Sólo Sara sabía la verdad: habían desaparecido para siempre y nadie pordría encontrarlos, nunca.
Illustración: Benjamin Lacombe
6.9.09
De golpe
Una suave brisa acarició sus mejillas. No quería abrir los ojos, temía estar soñando y se dejó llevar por las sensaciones, por los sentidos. Besó sus parpados, secó sus lagrimas, lamió su cuello y mordió sus pechos. Se coló tan adentro que su alma gritó como nunca había gritado; nunca nadie había oido nada igual. Por su boca abierta huyó la muerte que habitaba en el pozo, el manto negro que todo lo cubría y entonces abrió los ojos otra vez.
16.7.09
"El amor de los cojones"
Juan Carlos Avilés (Diario 20 minutos 16 de julio de 2009)
7.7.09
Colmando el vaso
¿Para qué crecer y hacerse fuerte, si al final somos lo mismo que éramos antes?
¿Qué hacer con todo este esfuerzo?
21.6.09
Espirales
Quisiera conseguir la soledad que siempre anelo, la que siempre ando echando de menos; en cambio soy incapaz de alcanzarla. Si la veo venir, allí a la lejos, acercándose despacio, andando distraidamente, doy media vuelta y arranco a correr. Tuerzo en la siguiente esquina, esperando que los ojos me taladren, que las bocas me reclamen y que una simple caricia me ayude a volver a respirar con normalidad.
26.5.09
A día de hoy
Mi ipod
- Ese lunar - Kevin Johansen
- Ciudad dormitorio - La habitación roja
- Un buen día - Los Piojos
- Copenhage - Vetusta Morla
- El hijo de Dios - Nudo Zurdo
- A cualquier otra parte - Dorian
- Todo negro - Los Salvajes
5.4.09
Gris
El mundo que la rodeaba se había vuelto gris. Paisajes idénticos llenos de rostros impasibles; edificios sin alma, calles sucias y el aire cada vez más irrespirable. Sentía que poco a poco su corazón se encogía, cada vez había más hueco en su pecho y menos placer escondido entre los poros de su piel. Necesitaba sentir, vibrar, disfrutar y volver a sonreir. Y de entre sus sueños, unos ojos la observaban y le sonreian con timidez. A su alrededor brillaban los colores y el viento soplaba perfumado, despeinando su melena y acariciando su piel. Tal vez esos ojos presagiaban el cambio, algo por lo que luchar, la certeza de saber que lo bueno está por llegar, y que el gris, algunas veces, cambia de color.
Illustración: Benjamin Lacombe
16.3.09
A veces
5.3.09
Sucesos
grandes sargas se extienden sobre rostros amados.
Me dicen que ya es tarde y que el pastor de sombras
es ahora obediente a manos invisibles.
En nosotros ha entrado una serpiente ciega.
Ya nadie ama ni sonrie.
Un huracán de signos avanza inútilmente.
Las últimas mentiras se disfrazan de invierno.
Alguien entra descalzo a la fosa de los números,
alguien está anudando las cuerdas del olvido.
Los hay que cantan lívidos al borde del suicidio
y los más silenciosos copulan sin esperanza.
Un paso más allá todo es inexistencia;
todo se explica en el no ser.
los reptiles del llanto.
Alguien gime cercado por la púrpura.
Alguien abre despacio la mirada sabiendo
que en su córnea se esconden las cifras terminales
y que su pensamiento
no es más que una sustancia que precede a la muerte.
Cunden fétidas rosas; sus pétalos cansados
descienden a mis manos. Silenciosas, se acercan
las madres que no olvidan.
Frutos enloquecidos
se unen a los restos desprendidos del fósforo
y las últimas sílabas, a las incomprensibles.
En la hora imposible despertará el durmiente;
como un cuchillo negro te mirarán sus ojos.
Vas a quedarte solo. Tu cuerpo tendrá frío
desnudo para siempre, desnudo hasta los huesos.
Acepta tu extravío, entrégate a la luz:
la luz es el comienzo de la causa invisible.
Antonio Gamoneda de Extravío en la luz
19.2.09
Eels - I need some sleep