25.6.08

¡Dos!







Desde el blog de Wodehouse, Los Peripatéticos, me llega, una vez más, un reconocimiento en forma de premio:
-Premio a la calidez (por un blog donde la calidez, la amistad y la simpatia son las notas dominantes).
-Premio blog brillante por resaltar en brillantez con la temática y el diseño de mi blog.

Evidentemente y ante todo, muchísimas gracias por pensar en mi y, como el juego obliga a escoger dedico y paso el relevo a:

-Cosas que (me) pasan.
-Pluma afilada.
-Duermevela.
-La mirada de Maya.

17.6.08

Fragmentos XIV

"Federico tuvo que estropearlo.
-Apuesto a que papá vuelve esta noche.
El hechizo quedó roto. Era un pensamiento que todos compartían sin decir nada. Silencio. Federico lamentó sus palabras y empezó a preguntarse por qué no le habían respondido.
Pasos en el soportal. Aunque todos los hombres y mujeres del mundo hubieran pisado aquel soportal, nadie lo habría hecho de aquel modo. Se quedaron mirando a Maria. Ésta contuvo el aliento y se puso a rezar otra oración con premura. Se abrió la puerta y entró. Cerró con cuidado, como si desde niño se hubiera dedicado a la ciencia exacta de cerrar puertas.
-Hola.
Él no era un chicuelo a quien hubieran sorprendido robando canicas ni un perro a quien hubieran castigado por romper un zapato. Era Svevo Bandini, un hombre hecho y derecho que tenía mujer y tres hijos.
-¿Dónde está mamá? -preguntó, mirándola directamente a ella, igual que un borracho que quiere demostrar su capacidad para formular preguntas serias. La vio encogida en el rincón, exactamente donde sabía que estaba, ya que al ver su perfil desde la calle había sufrido un sobresalto.
-Pues ahí.
Te odio, se dijo ella. Quiero sacarte los ojos con estos dedos y dejarte ciego para siempre. Eres un animal, me has hecho daño y no descansaré hasta que te lo devuelva.
Papá con zapatos nuevos. Crujían a cada paso que daban como si contuvieran ratoncitos muy pequeños. Cruzó la estancia, camino del cuarto de baño. Ruido extraño: papá en casa otra vez.
Ojalá te mueras. No volverás a tocarme. Te odio, ¡Dios mío, que mi propio marido me haya hecho esto!, te odio.
Al volver se quedó en el centro de la estancia, de espaldas a su mujer. Sacó el dinero del bolsillo. Y dijo a sus hijos:
-Podríamos ir al centro antes de que cerraran las tiendas, vosotros, yo y mamá, todos juntos, a comprar regalos para todos.
-¡Yo quiero una bicicleta! -exclamó Federico.
-Claro, tendrás una bicicleta.
Arturo no sabía lo que quería, ni August tampoco. El mal que había hecho le retorcía las entrañas a Bandini, pero sonreía y dijo que ya encontrarían algo para todos. Un buen árbol de Navidad. El mayor de todos.
Lo imagino con la otra en brazos, la huelo en su ropa, le ha llenado la cara de besos y el pecho de caricias. Me da asco y quiero hacerle daño hasta que se muera.
-¿Y qué le compramos a mamá?
Se volvió para darle la cara, con la mirada puesta en el dinero mientras desenrollaba los billetes.
-¡Cuánto dinero! Será mejor dárselo a mamá, ¿no? Lo ha ganado todo papá jugando a las cartas. Papá es un jugador estupendo.
Alzó los ojos y la miró, la vio con las manos sujetas a los brazos de la mecedora, como dispuesta a saltar sobre él, y se dio cuenta de que la temía, y sonrió, no de alegría, sino de miedo, porque el mal que había hecho le restaba valor. Agitó los billetes como un abanico: había de cinco y de diez, incluso uno de cien, y a semejanza de un condenado que se dirige al lugar del castigo, mantuvo la sonrisita tonta mientras se acercaba y alargaba los billetes, esforzándose por pensar en la antiguas palabras, las suyas, las de él y ella, su lenguaje común. Maria se aferró horrorrizada a la mecedora, luchando por no apartarse de un salto de la sierpe culpable que configuraban los rasgos nauseabundos de la cara del marido. Se acercó él un poco más y quedó a escasos centímetros del pelo de la mujer; ridículo a más no poder con aquellas muestras de desagravio, hasta que Maria ya no pudo resistirlo, ya no pudo contenerse, y con una brusquedad que también la sorprendió a ella, se abalanzó sobre los ojos de su marido con los diez largos dedos por delante y se puso a darle arañazos, fuerza silbante de aquellos diez dedos largos que dibujaron franjas de sangre en la cara del marido, que gritó y dio un paso atrás, en la pechera de la camisa, y en el cuello de carne y en el cuello de prenda, que recogieron las gotas veloces de color rojizo. ¡Pero sus ojos, Dios mío, mis ojos, mis ojos! Y retrocedió y se los tapó con las manos, pegado a la pared, con la cara contraída de dolor, temeroso de apartar las manos, temeroso de haberse quedado ciego."

Espera a la primavera, Bandini de John Fante

16.6.08

Blanca

En el interior del edificio, justo en el vestíbulo, hay un rincón bajo las escaleras donde Blanca se deja tocar. Allí arrastra a sus víctimas como una araña hambrienta y les invita a descubrir cada rincón de su cuerpo. Allí, protegida por las sombras, se deja llevar y gime en silencio todo el deseo y el ardor que esconde su tímido semblante. Su piel morena y brillante por el sudor es recorrida por yemas y lenguas de amantes ardientes, y sus oidos escuchan sin rubor alguno, palabras secretas que muchas ni siquiera soñarían llegar a escuchar. Los hombres pierden el sentido por ella, no les importa si les ven o les oyen; recorren el cuerpo de Blanca buscando cada hueco, cada espacio vacío, cada poro por descubrir. A Blanca no le importa el miedo a ser descubierta, al contrario, le excita pensar que cabe esa posibilidad y echa la cabeza hacia atrás mientras unos dientes desconocidos muerden sus pezones. Le gusta sentir el aliento desbocado rozándole el cuello y abre las piernas esperando que su amante la empiece a acariciar. Agarra su mano y la guía por entre sus pechos empapados en sudor y saliva, y la acompaña hasta abajo tocando su vientre hasta perderse en lo desconocido.
A Blanca le gusta que le den la vuelta y agarrada a los barrotes de la escalera deja que le levanten la falda y jueguen con su ropa interior. Le encanta que se la quiten con fuerza y la obliguen a abrirse todavía más y más. A Blanca le gusta moverse al ritmo de su amante, le gusta acelerar y aminorar buscando siempre el punto justo, la cadencia adecuada, mientras sus dedos totalmente mojados le ayudan a conseguir el orgasmo, el final deseado que es como una droga y al que Blanca no puede renunciar.
Al principio era algo esporádico. Conocía a alguien en un bar, un viernes cualquiera, y se lo llevaba a casa. Ahora no pasan del vestíbulo, no necesita saber su nombre ni su edad, ni siquiera le interesa saber como viven ni a qué se dedican. Sólo quiere una cosa de ellos: su ardor y su deseo. Los deja vacíos y los tira a la cuneta. Muchos, al despertar, sólo recuerdan unos ojos color miel, una voz susurrando extraños mensajes y un dolor en el cuello, como de una picadura de insecto.

...lo necesito...

¿Nos animamos?




Panhandlin' Prince - Ugly Kid Joe

13.6.08

Mi ipod


Extremoduro:

-Sucede (Agila)
-El duende del parque (¿Dónde están mis amigos?)
-So payaso (Agila)

12.6.08

Seres



Cada poro de su piel desprendía un hedor nauseabundo. Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba allí encerrado, días, tal vez semanas y sin embargo no tenía hambre, ni sed, ni sueño. Era probable que hubiese echado alguna que otra cabezadita durante todo ese tiempo, pero no era consciente de ello. A su alrededor, sombras y desperdicios, un colchón raído, una manta sucia y mohosa, un ruido incesante, alguna cañería rota que goteaba y que estaba enloquciéndole, aun más si eso era posible. De vez en cuando escuchaba unos pasos, pasitos pequeños que supuso eran de algún ratón. Ahora estaba convencido de que el ratón era, en realidad, un ser de otro planeta que quería comerse su alma.
Vivía arrastrándose entre sus propios deshechos, la mierda se amontonaba a su alrededor pero nada importaba ya. Si intentaba gritar no conseguía emitir ni un triste aullido, la voz no salía y sus ojos se habían secado ya. Era inevitable y lo sabía, acabaría absorbido por su extraterrestre y nadie, nunca, se acordaría de él.

Fotografía: Chema Madoz

10.6.08

Cine de verano


Esta vez quiero avisar con tiempo. Desde que tengo este blog abierto, cuando se acercan estas fechas, dedico un espacio a promocionar esta iniciativa que me parece de lo más interesante:
Del 30 de junio al 1 de agosto; lunes, miércoles y viernes. Acércate y tráete la cena, la botellita de vino, las cervecitas, los amigos, un bocata, un surtido de patés, tostaditas, macarrones del mediodía...lo que quieras; pero disfruta de un ambiente inigualable, con concierto de jazz incluido mientras comes y esperas que empiece la peli. Este año: La vida de los otros, Offside, Once, Promesas del este, Primera plana, El maquinista de la general, Death proof, La soledad, Ratatouille, La boda de Tuya, La banda nos visita, Pet Garnett y Billy the Kid, El laberinto del fauno, El regreso...y el último día la más votada entre: Después de la boda, El Ultimatum de Bourne y Sweeney Todd.

5.6.08

Mi ipod


-Adele - Melt my heart to stone
-Piano Magic - Sain Marie
-Radiohead - True love waits

2.6.08

Un agujero

Una fuerza invisible me empuja a dar un paso más, y luego otro después de ese, y otro más, y otro; y así hasta que llegue, sin saber como, a mi destino. Salí de casa esta mañana temprano, sin rumbo pero con la cabeza despejada. Mi primera encrucijada: metro, bus o dando un paseo.; total, ni siquiera sé adonde voy. Sólo yo oigo el eco de mis pasos, retumban en mi cabeza y su ritmo me guía. El aire fresco, la débil luz del sol a primera hora, el olor a césped recién cortado, la calle casi vacía; resulta un placer para los sentidos vagabundear por la ciudad y sin embargo quisiera ir a algún sitio en concreto, llegar a mi destino aunque no sepa cual es. Un perro me ha olisqueado, un gato ha huido y se ha escondido bajo un coche asustado por mis pasos, los niños me señalan, ríen disimulando bajo sus torpes manitas. ¿Qué es lo que les hace tanta gracia, llevo algo pintado en la cara, una mancha en la camisa, un calcetín de cada color? Sigo andando sin hacerles caso pero no puedo evitar girarme y observar mi imagen reflejada en el cristal de ese escaparate. Me quedo sin aliento, no es posible, me tiembla el pulso, las piernas me fallan, me mareo y caigo, pierdo el conocimiento…
Al despertar un enjambre de ojos me observa desde arriba. Me siento pequeña, no, minúscula bajo todas esas miradas pero no logro escapar. Creo que me miran con desaprobación y no les culpo, tienen miedo y es normal. Yo también lo tendría si me encontrara con alguien como yo de frente. Como puedo aparto a esa gente, logro abrirme paso y salgo corriendo, tanto como mis ocho patitas me permiten. Veo un agujero y me meto en él. Oscuridad. Silencio. Al fin sola, investigo a mi alrededor, algo suave me envuelve, huele a limpio, a blanco (los olores me traen colores y los colores olores), una música lejana me saca de mi aturdimiento, la calidez de sus notas hace que abra los ojos: estoy en casa. ¿Cuánto tiempo habré pasado fuera?
Una vez más descubro canciones a través de los spots publicitarios. Esta vez una conocidísima marca de cerveza nos regala esta perla:



Adele - Tired