30.11.07

Versos y un sofá

Muérdeme la boca, muérdeme la boca y dibuja con tu lengua, un mapa sobre mi piel. Muérdeme la boca mientras, tumbados en el sofá, me recitas esos versos que tanto me gustan. Muérdeme la boca y sigue hasta llegar ahí donde tú y yo sabemos, ahí donde los secretos se descubren y terminamos siendo la misma persona.
Prometo compensarte, sólo dime que es lo que deseas.

28.11.07

Minúscula

Me levanté y me sentía extraña. Me arrastré hasta los pies de la cama y caí al vacío golpeándome contra el suelo helado. La habitación se había convertido en una enorme extensión de terreno desconocido, la cómoda resultaba ser como una enorme montaña hecha de madera y repleta de secretos que no podía alcanzar. Lo primero que pensé fue que seguía dormida, en plena pesadilla y que sólo cabía esperar el pitido del despertador, pero el olor a café recién hecho, la ensordecedora voz de la radio que me anunciaba que eran las seis y veinticuatro de la mañana, la gigantesca mota de polvo que cruzó rodando ante mis ojos, eran presagios de una enorme y terrorifica catástrofe. Me acordé de Kafka y empecé a temblar. El espejo de la habitación me deslumbraba y parecía llamarme con una voz muda, como un pensamiento que retumba igual que un eco y que incluso duele al golpear con las paredes de la cabeza.
No quería hacerlo pero una fuerza invisible me arrastraba hacia él. Tenía miedo, miedo de ver en lo que me había convertido. Él ya no estaba, se levantaba antes, preparaba el café, se tomaba su tacita en dos segundos y salía corriendo. A mi me dejaba la cafetera aún humeante en el mármol de la cocina; ese café y un par de páginas de algún libro, conformaban uno de los momentos más placenteros del día. Era mi momento. Al plantarme delante del espejo, supe que nunca más volvería a disfrutar ni de ese momento ni de ningún otro. Lo que vi en ese reflejo nunca nadie lo sabrá, y yo simplemente desaparecería sin dejar rastro, cuando él volviera y, al final, terminara por pisarme.

Va de premios


No estoy yo muy puesta en este tema de los premios pero, evidentemente, si a una le dan uno hay que dar las gracias y seguir con “el juego”.
Desde la web de Los Peripatéticos, Wodehouse me honra y me lo entrega, y de alguna manera me pasa el relevo que yo debo recoger, guardar y volver a pasar.
No podría quedarme con tan sólo unos pocos de todos vosotros, me refiero a todos aquellos que me hacéis disfrutar con vuestros relatos, poemas, sentimientos y divagaciones; y también a todos aquellos que me leéis desde el silencio y el anonimato. A todos gracias y para vosotros el Premio Blog Solidario.

Gracias a Kitty, Suau, Molinos, Kuin, Camaca y Nanu, por leerme, por comentarme, por compartir conmigo el día a día (que a veces es jodido de pasar), a Agus, a Tuxo, a Laura, a Marc (sé que os pasáis por aquí aunque no digáis nada), a David, Alice, Botas, Carz, Ale, Job, Ira, Gaby, Maya, Georgina, Fede, Sergisónic, Amandine, Danelí, Martín pecador, Naranjito, Dani, Namasté, Espe, Mari, Insomnio, Fer…A los más recientes entre mis acompañantes del café con leche de las mañanas: Andresino, el aparcacuentos, Agnóstico apático, Jordicine, Sureña…A los que os pasáis de vez en cuando o simplemente dejasteis alguna vez un comentario como mi Querida enemiga, como Barbara, como Tamaruca…

Y a Pilar por supuesto, por ser ella la que empezó esto obsequiándome con sus bonitas palabras.
En fin, seguro que me dejo a gente, no se me hostilicen, cada comentario, cada visita, la agradezco muchísimo, no os imagináis cuánto. Así que besos, abrazos y palabras para todos.


GRACIAS.


Ainhoa

27.11.07


"On a clear day I can hear you destroy yourself

On a sincere day I can hear you pourin' out your heart
into a glass of redskin wine"

Princess Valium - The Dogs d'Amour

23.11.07

No siempre somos aquello que los demás creen.

Palabras

Sentada en el sofá miro al infinito. Mi mirada atraviesa la tele, paredes, cerebros, risas falsas, oidos sordos, muecas y lagrimas derramadas. Todo entra en mi y sale por cada poro como líquido invisible que no moja ni enfría ni da calor. Me convierto en un autómata que no siente ni padece, pero con su lado positivo, me la sopla todo lo que ocurra a mi alrededor. Ahora soy libre de hacer lo que me apetezca. Me visto decidida, hace un día precioso y no lo quiero desaprovechar. Unos vaqueros ajustados y una camiseta con un escote de vértigo, que se me vean bien las tetas, tengo ganas de juerga. Así que piso la calle y de golpe me siento libre, capaz de todo y no puedo evitar sonreir. Un cielo azul, un precioso sol, los pajaritos cantan y yo tengo ganas de comerle la boca al primero que pase. Desde luego no lo haré, pero estaría bien eh, sentirse tan segura de una misma que los miedos desaparecieran y sólo quedaran las ganas y la fuerza que la vida tanto nos exige. Ando hacia ninguna parte y no me importa. Sonrio a todo aquel que se cruza conmigo, a las viejas no, porque me miran mal, piensan que soy una descarada y una fresca que no tiene vergüenza ni dignidad. Que se jodan las viejas, eso es pura envidía. Soy jóven, soy guapa y quiero sexo salvaje, si no le gusta pues no mire. Llego a la plaza esa que tanto me gusta, esa pequeñita con ese reloj que siempre se atrasa cinco minutos. Los bancos están llenos de cagadas de paloma y los niños corretean entre ellas, asustándolas para que arranquen a volar. En la esquina el bar de siempre, las mismas caras, las mismas tapas y yo, lo de siempre: una caña y unas olivitas para picar. Cojo el periódico y empiezo a ojearlo, siempre lo hago, queda bien, parezco más interesante y me sirve de excusa para mirar disimuladamente a mi alrededor. Medio escondida tras las páginas, observo al chico solitario de la barra, al que juega a la tragaperras y al que acaba de meterse en el baño. Me levanto y voy tras él. Me quedo delante de la puerta, no le encuentro la gracia al sombrero hongo, el binóculo y el bigote que hay pegado en la puerta, menuda gilipollez. La puerta se abre y él se queda clavado al encontrarse conmigo justo delante, casi tocándole. Sonrie y de un empujón lo meto de nuevo en el baño y yo detrás. Dentro me acorrala contra la puerta mientras me muerde el cuello, siento como la humedad crece entre mis piernas y me cuelo con suavidad dentro de su pantalón….
Cuando abro los ojos la jodida tele sigue encendida, la sintonía del telediario me recuerda que es la hora de comer. Voy a poner los macarrones a gratinar, los niños están a punto de llegar y aún tengo una montaña de cosas por hacer. ¿Cuándo, en qué momento mi vida se transformó en una espiral de monotonía e insatisfacción, cuándo dejé de sentirme especial? ¿Tan caras van las palabras bonitas?

15.11.07

Del otro lado

Recuerdo tus besos como si los llevara tatuados en la piel. Esas copas que preparabas en tu casa, lo hacías tan bien, siempre lograbas sorprenderme con alguna mezcla imposible de las tuyas. Reíamos, fumábamos, escuchábamos esos viejos vinilos que guardabas celosamente, como un tesoro. Aun y conociéndonos de tanto tiempo, me sentía pequeño a tu lado. Resultabas tan sexy con esa sonrisa inocente, con esa mirada ardiente, con esas ganas de vivir la vida que veia reflejada en tus ojos. Cada día me levantaba deseando tenerte y cuando al fin te abrazaba, no existía nada más allá de ti.
Me habría pasado la vida entera resguardado en tu pecho y sin embargo me sentía un extraño en tu mundo. Tu fuerza me empequeñecía y parecías no darte cuenta de ello. Nada te perturbaba, te sentía cada vez más distante, cada vez más fría, cada vez más y más lejos. Decidí irme sin hacer ruido, creí que eso era lo que querías, lo que deseabas y no te atrevías a pedir. Ahora bebo a solas, cerveza, las copas nunca se me han dado bien. Ya ni fumo, lo he dejado, los mensajes que el humo escribía en el aire me resultaban tan dolorosos como insoportables. No he vuelto a pisar tu calle, ni siquiera me atrevo a acercarme a tu barrio. Tal vez algún día, tal vez cuando el miedo se aleje, cuando la confianza vuelva, tal vez, tal vez llame a tu puerta y tu vuelvas a dibujar una sonrisa.


P.D: Siempre hay otra orilla, otra cara de la moneda

9.11.07

Ese instante

Unos pasos que se alejan tras la puerta me traen recuerdos de aquel día. Después de los primeros besos, llegaron las primeras copas, y esos cigarillos especiales que solías liar sólo para mi. En medio de tus risas me sentaba yo, silenciosa, atenta, embobada y con media sonrisa dibujada en la cara. Luego me acariciabas el pelo y yo te mordía la boca. Me decías palabras bonitas y yo, que nunca me sonrojo, ardía por dentro deseando arrancarte la ropa a mordiscos. Pon algo de música, te decía, entonces, como por arte de magia, empezaba la melodía de aquel piano, aunque sólo sonaba dentro de mi cabeza. Fuera, la música era otra muy distinta, pero no recuerdo cual.
Me habría pasado la vida entera escondida bajo tu camiseta y sin embargo me la he pasado enredada entre tu pelo y tu ni siquiera te has dado cuenta. Día tras día, noche tras noche, tú, como un peine despiadado, me has clavado tus puas hasta herirme de muerte. Ahora los cigarrillos me los lio yo sola, atesoro el humo gris dentro de mi, y sólo a ratos lo voy soltando, poco a poco, no sea que se me acabe y me de un porrazo contra la cruda realidad. Si vuelves, no hagas ruido, no me despiertes, no me digas que lo sientes. Coge lo que quieras y cierra de golpe al salir.Yo no te estaré esperando.